De la «Biblioteca virtual de gestión del conocimiento»
(http://www.kmnetwork.com/):
«La gestión del conocimiento se ocupa de asuntos críticos como la
adaptación, la supervivencia y la competencia de las organizaciones
frente a los cambios cada vez más abruptos del entorno...
Esencialmente, incorpora procesos organizativos que buscan la
combinación sinérgica de la capacidad de procesamiento de datos e
información de las tecnologías de la información con la capacidad
creativa e innovadora de los seres humanos»
.
(Malhotra, 1998) [62]
Y según David Snowden, director del «IBM Cynefin Center for Organisational Complexity» :
«Gestión del conocimiento es la identificación, optimización y
gestión dinámica de los activos intelectuales, ya sea en forma de
conocimiento explícito mantenido en artefactos o como conocimiento
tácito poseído por personas o comunidades. La optimización
del conocimiento explícito se consigue consolidando y haciendo
disponibles los artefactos. La optimización del conocimiento tácito
se consigue mediante la creación de comunidades que mantengan,
compartan y hagan crecer el conocimiento tácito. La gestión activa
de los activos intelectuales consiste en la creación de procesos de
gestión e infraestructuras para combinar artefactos y comunidades
en una ecología común que sostenga la creación, utilización y
retención del capital intelectual»
.
(Snowden, 2000) [94]
Se sigue de estas definiciones que los sistemas basados en conocimiento son una herramienta más para la gestión del conocimiento, como lo son otros «artefactos» : las bases de datos, los almacenes de datos (data warehouse), los sistemas de información, la gestión documental, las tecnologías lingüísticas...
La documentación generada sobre gestión del conocimiento en estos pocos años es abrumadoramente extensa (una busqueda de «knowledge management» en Google genera 8.740.000 referencias en noviembre de 2004). Casi todos los documentos proceden del mundo empresarial. Para una visión extremadamente crítica desde una óptica académica es muy interesante el estudio de Wilson (2002) [109] citado anteriormente (Apartado 1.3.4).