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2.1. Ontología y ontologías

La ontología, «parte de la metafísica que trata del ser en general y de sus propiedades trascendentales» (R.A.E.), data de los tiempos de Aristóteles. Pero en los últimos años se ha ido extendiendo en informática el uso del término con un sentido numerable: construir una ontología para tal dominio, la «Enterprise Ontology» , etc.

Quizás por su novedad, no hay una definición comúnmente aceptada. Guarino y Giaretta (1995) [38] identificaron seis sentidos no numerables distintos con los que se usa «ontología» . La definición más citada es la de Gruber (1993) [37]:

«Una ontología es una especificación explícita de una conceptuación. Es un término adoptado de la filosofía, en la que una ontología es una explicación sistemática de la existencia. En la inteligencia artificial lo que existe es lo que puede representarse»

De «conceptuación» hemos hablado en el Apartado 1.7, y «una especificación explícita» es lo mismo que «una representación» (Apartado 1.1). Pero Borst (1997) [5] introdujo un matiz importante:

«una ontología es una especificación formal de una conceptuación compartida» .

«Formal» alude a la naturaleza del lenguaje de representación. Lo interesante es que la ontología debe ser compartida, es decir, resultado de un consenso en una determinada comunidad. Normalmente, el desarrollo de una ontología es un proceso en el que colaboran distintas personas. A veces se dice que una ontología es un «vocabulario compartido» , pero es obvio que no son sólo los términos los que se comparten, sino la conceptuación que representan.

De los agentes (personas o agentes software) que acuerdan comunicarse aceptando una ontología se dice que «se comprometen» (commit) con ella. Si dos agentes no comparten exactamente la misma ontología pueden aparecer «malentendidos» , llamados desajustes ontológicos (ontological mismatches). Los agentes humanos, al comunicarnos con un lenguaje natural, utilizamos recursos para evitar, no siempre con éxito, esos malentendidos. Es lo que hemos hecho en las frases anteriores al incluir entre paréntesis términos en inglés, pensando en el lector que tenga interés por ampliar conocimientos en otras fuentes. Para minimizar la aparición de estos desajustes es imprescindible la representación en un lenguaje formal. El resto de este Capítulo se dedica a dar algunas ideas sobre los distintos lenguajes (más o menos formales) utilizados para la representación del conocimiento.

Además de las ya citadas, sobre ontologías en general y ontologías particulares pueden encontrarse muchas publicaciones en la Red. Conviene, por la diversidad de enfoques, leer varias. Recomendamos las de Studer et al. (1998) [99], Gómez-Pérez (1999) [36], Chandrasekaran et al. (1999) [13], Degen et al. (2001) [24], Noy y McGuinness (2001) [75] Devedzic (2002) [26] y Sowa (2003) [96].


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