Algunas proposiciones pueden ir acompañadas de su valor de verdad o falsedad, y de otras se podrá calcular su valor. Por ejemplo, una conceptuación podría estar formada por las proposiciones «llueve en Madrid (valor: verdadero)» y «hay caos circulatorio» , y el enunciado «si llueve en Madrid hay caos circulatorio» . La lógica permite deducir que «hay caos circulatorio» tiene el valor verdadero.
En el universo del discurso no hay, pues «objetos» , sino afirmaciones que se hacen sobre objetos. Esto es lo que hace que el poder expresivo y, por tanto, la utilidad de esta lógica sea tan pobre. Así, en el «mundo de los bloques» (Apartado 1.7) podemos distinguir las proposiciones «el bloque a está sobre el b» , «el bloque b está sobre el c» , etc., pero se trata de proposiciones totalmente independientes entre sí, no hay manera de expresar el concepto de la relación «sobre» entre dos objetos, y, por tanto, tampoco de expresar conocimientos normativos (generales) como los que allí enunciábamos («si un bloque está libre no puede haber ninguno sobre él» , etc.)
En los razonamientos deductivos (Apartado 2.4.1) hay, normalmente, premisas que expresan conocimiento general sobre objetos, por lo que es imposible formalizarlos en lógica de proposiciones, a menos que forcemos la conceptuación particularizando lo general. En el siguiente Apartado veremos un ejemplo.
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